De cadete de una farmacia, a la Fórmula 1
Miguel Ángel Guerra, nació en Ezeiza, un 31 de agosto de 1953. Ex piloto y dirigente de automovilismo argentino, desarrolló una vasta trayectoria a nivel nacional e internacional, como piloto de automovilismo de velocidad, donde llegó a competir en la Fórmula 1. También en TC 2000 y Turismo Carretera.
Su carrera deportiva se inició a principios de la década del ’70, debutando en la Fórmula 4 Argentina (hoy Fórmula Renault Argentina) donde alcanzaría dos subcampeonatos en 1972 y 1973, más el título de campeón en 1974 y 1975. Su actuación en esta división lo llevó a ascender en 1975 a la Fórmula 2 Argentina, donde obtuvo el título en su año debut y repitiese el logro en 1976 y 1977. Gracias a esto, lograría en 1978 emigrar a Europa donde competiría sucesivamente en la Fórmula 3 Europea y la Fórmula 2, hasta su gran desembarco en la Fórmula 1 en 1981.
A lo largo de su carrera deportiva, se consagró campeón en distintas categorías nacionales, destacando el título obtenido en el año 1989 en el TC 2000.
Uno de los pilotos más finos y dúctiles que ha dado el automovilismo argentino, para quienes lo hemos visto en la pista. Esas virtudes lo llevaron a la Fórmula 1, con una larga y brillante carrera en el continente europeo. Impulsado por el propio Carlos Alberto “Lole” Reutemann, con quien compartió el mismo representante, Domingo Cutuli.


– ¿Por qué suprimiste tu primer nombre, ya que todos te conocemos como “Ángel Guerra?
– Cuando yo era chico estaba mucho en la calle, mis padres me dijeron “o estudiás o trabajás”, elegí trabajar cuando terminé el colegio, pero eran trabajos temporales, por ejemplo fui cadete de una farmacia; mi mamá me consiguió un trabajo más formal en un taller de chapa y pintura en la calle Bonpland y Soler, en el barrio de Palermo.
En ese taller había tres personas que se llamaban Miguel, entonces el dueño de ese taller era el “Gordo” Osvaldo Antelo me empezó a llamar Ángel desde ese momento y me quedó para siempre durante toda mi carrera.
Finalmente, me quedé como aprendiz en el taller de Antelo, porque el chapista se fundió y mi mamá le pidió a Antelo que me tomaran como aprendiz. Así empecé con los autos.
– ¿Cuándo te diste cuenta que querías correr autos?
– No había antecedentes en la familia, fui el primer corredor de autos, mis abuelos eran fanáticos del automovilismo nacional, de los Gálvez. En ese momento me prendió la pasión por los autos de carreras y la realidad es que yo manejé primero un auto de fórmula antes que uno de calle. Tenía el sueño y la pasión y cumplí ese sueño. Desde los trece o catorce años me volqué al automovilismo. La época de hoy es totalmente distinta, entiendo que los jóvenes que quieren ser pilotos no deben abandonar los estudios y deben saber idiomas (inglés fundamentalmente).
– ¿Cómo fue esa primera salida a pista con un auto de Fórmula 4?
– Fue un poco de casualidad, ya había aprendido un poco la asistencia a los pilotos con Antelo y luego éste se asoció con Tulio Crespi, el hombre, creo yo, que más construyó autos de fórmula, creo que en Argentina y en el mundo. En la modernización de la categoría ponen los chasis diseñados por Crespi un motor de 850 en los Renault Dauphine 1093, se empieza a correr con esos autos y ahí empecé a decirle a Antelo que me diera la posibilidad de correr y él se reía, todavía era menor, tenía 15/16 años …

– ¿Se puede decir que sacaste el registro y te pusiste a correr profesionalmente, antes de manejar en la calle?
– Claro, porque en esa época el registro lo podía sacar a los 18 años. Debuté en la F4 en el Autódromo de 9 de Julio, uno de los circuitos más veloces de Argentina. Como yo nunca había manejado en la calle a 120 kilómetros por hora, Antelo, que me quería como a un hijo, llamó a mis padres para pedirles su autorización. No olvidaré el suspiro de mi madre cuando se enteró que iba a correr. Pero siempre tuve el apoyo de mis padres.
– ¿Triunfar en la Fórmula 4 y Fórmula 2 de esa época fue el trampolín para llegar a la Fórmula 1?
– Yo siempre digo que el auto de fórmula es el auto “pura sangre”, pero para la actividad en Argentina la gente prefiere el auto con techo. En mi época el seguimiento hacia los autos de fórmula era fuerte. Técnicamente, nunca estuvo tan cerca o incluso, creo yo, por encima de la escuela europea.
– ¿Cómo se produjo tu llegada a Europa con la Fórmula 1 como meta?
– Todos en esa época teníamos como espejo a Carlos “Lole” Reutemann, único piloto argentino en la máxima categoría en esa época. En mi caso, no tenía en la cabeza la idea de ir a competir en el automovilismo internacional, pero la fuerza del periodismo argentino comenzó a publicar con insistencia “Guerra tiene que estar en Europa”. Me empezaron a mencionar como un posible sucesor de Reutemann, por mi escalada tan rápida hacia la Fórmula 1 Nacional. Yo no tenía recursos y me conectó un amigo con Domingo Cutuli, representante del “Lole” en Europa. Él fue quien me conectó con Giancarlo Minardi, para empezar en la Fórmula 2 europea en 1978, por una gestión personal del propio Reutemann.

– Tuviste dos muy buenos años en la Fórmula 2. ¿Ahí empezaste a soñar con llegar finalmente a Fórmula 1?
– En realidad se precipitó, estuve en Minardi, con Elio De Ángelis como coequiper. Esto me permitió conocer a Maranello y al propio Enzo Ferrari. Debuté en una carrera de F3 en Imola, justamente donde después tuve el accidente corriendo en la F1.
– ¿Cómo fue esa historia con Ferrari?
– Elio De Ángelis tenía un precontrato firmado con Ferrari y corría con sus motores, mientras que yo lo hacía con motores BMW. Elio tuvo una discusión con los asistentes de Ferrari y le cancelaron el contrato, por lo que en ese momento pude disponer de los dos autos de la escudería Minardi para correr, quien me dice que para la carrera siguiente “Il Commendatore” lo había llamado, que quería que tuviera una reunión con Ferrari y que el único autorizado a correr el auto que tenía de De Ángelis era yo. Elegí correr con el auto que tenía el motor italiano, y Don Enzo me invitó a Maranello.
La Universidad Abierta Interamericana, a través de su Programa “Paddock”, le entregó a “Angelito”, una plaqueta homenajeando los valores de un verdadero campeón del automovilismo:


Mirá la entrevista exclusiva completa, lo que siguió con la llegada de Guerra a la F1, y su retorno al automovilismo nacional, su rivalidad con el Flaco Traverso, su vuelta a Europa en los años 90, su actuación como dirigente y como director deportivo del equipo Renault, en el programa especial de “Paddock”

Corrió mucha agua bajo el puente. Llegó a lo más alto. El accidente en Imola truncó lo que podría haber sido una buena campaña en la F1. Pero nadie le quita lo bailado. Siempre estuvo rodeado de sus afectos, desde aquel triangular de la Fórmula 4 en el que lo acompañaron sus padres, su actual mujer y sus amigos, hasta el día de hoy con sus hijos. El varón, Lucas, continúa la estirpe de los Guerra en el Top Race, como su principal compinche. Pasaron más de 50 años desde su debut en las carreras, pero sigue inalterable su gran amor por el automovilismo. “Angelito” Guerra lo sigue llevando en la sangre.